El Monasterio de San José, conocido popularmente como el Convento de las Monjas Encerradas, fue fundado en 1589 bajo la dirección del Obispo de la Diócesis, Ilmo. Sr. D. Pedro Manso de Zúñiga. Este templo representa el primer barroco carmelitano, caracterizado por su austeridad, elegancia y sobriedad.
El diseño arquitectónico se refleja en su fachada de piedra, que toma la forma de un arco de triunfo y enmarca una hornacina que alberga una imagen barroca de San José, de un taller madrileño. Esta imagen fue donada por los patronos José González Uzqueda y Catalina Valdés, cuyos escudos sustituyen los de la Orden, una particularidad que añade carácter a la fachada.
Uno de los principales atractivos artísticos de la iglesia es el relieve del Altar Mayor, que exhibe once pinturas madrileñas que narran la vida de Santa Teresa. En el centro del altar se encuentra un grupo escultórico de la Sagrada Familia, de la escuela barroca castellana. Estos elementos, junto con las pinturas, aportan un valor incalculable al templo.
A los lados del crucero se encuentran dos retablitos colaterales. En uno se venera una Virgen del Carmen de estilo vallisoletano, y en el otro, destaca el Cristo atado a la columna, una obra de Gregorio Fernández del barroco de 1625. Esta escultura es sin duda la pieza más importante de la iglesia. Su contemplación invita a apreciar en detalle la expresión serena de sufrimiento en su rostro, la perfección en la anatomía, el trabajo del cabello rizado, y la fuerza de la posición del cuerpo, con las manos, piernas y todo el conjunto que muestran el dolor contenido de una manera sublime.
No es solo un espacio religioso, sino también un importante legado artístico que guarda obras maestras del barroco español, haciendo de este convento un lugar imprescindible para quienes deseen conocer más sobre la historia y el arte de Calahorra.






